sábado, 21 de marzo de 2009

ENTRADA

Actualización del 31 de mayo de 2009.
A un día de terminar junio, a seis días del cumpleaños 98 de Julio y la Luna en un cuarto creciente que está más creciente.
Con disculpas para los lectores por no haber actualizado el blog cuando había prometido hacerlo.
Pero anhelo su comprensión por el titipuchal de trabajo que he tenido.
Hay cosas nuevas en: Invitad@s, Gráfico - foto - gráfico, Eliguero y ¡Habla-palabra-palabra!
Para que sepas qué visitar va el

CON TE NIDO

Intro-ducción
Novedad-es
Gráfico - foto - gráfico
Eliguero
¡Habla-palabra palabra!
Auto Bio Grafía S
Invita-d@s
Trebejos





A manera de justificación y presentación.




¿Qué haces? Durante mucho tiempo has anhelado tener una pizarra grande en un lugar de mucho tránsito, un altavoz en el tejado más alto del pueblo y con las bocinas apuntando a los cuatro puntos cardinales, una paloma mensajera que vaya dejando por donde pase misivas, recados, cuentos. Una noche de febrero (a punto de cumplir 49 años) tienes esa pizarra-bocina-paloma, ¿qué haces con ella? Una pregunta hecha dos veces para decirte que tengo un espacio y muchas cosas que comentar pero sin saber por dónde empezar. Aunque ya estoy dando orden a mis ideas.

Este blog será como una botica, una farmacia de las antiguas. O mejor, como la tienda de mis tíos abuelos la Delta (y no como la agenda de mi abuelo Bernabé o como sus cuartos, invariablemente ordenados, ya fuera en la Gabriel Hernández, en el DF o en la casa de Santa Cruz). Allá por 1946 los ahora tíos abuelos Hernández Bernal vendían abarrotes, casi recién llegados a esta región. Mi abuelo (Florencio) aún vivía. Continuaban el negocio familiar que habían tenido en Pahuatlán. Luego cambiaron de giro. Los abarrotes fueron cediendo su lugar a la papelería. Como tal era un negocio sui generis. Podías comprar vaselina (luego brillantina), anzuelos, hilo cáñamo, plumas y manguillos (y luego bolígrafos), libros para primera comunión, palillos de sabores, habanos, postales de Huauchinango, libros de corte y confección, el calendario de Galván, chicles Adams, velitas y muñecos de azúcar para pastel, crema y grasa para zapatos... Todo en un ambiente cargado de olores en choque: metal (con la sensación eléctrica que deja en la boca), papel, tinta, jabones California… así que este espacio será como la papelería.

INVITAD@S

Esta ocasión comparto un texto de Rubicela Hernández Robles. El apellido para nada revela parentesco conmigo. Se trata de una coincidencia que propicia el hecho de que en México haya Hernández hasta abajo de las piedras.
Rubicela fue una estudiante mía. Actualmente hace un posgrado en no sé qué cosa delativa a la biología. Está en el IPN. Vive cada quince días en tierra fría y durante el tiempo que no, pervive en el DF.
Ella me mandó este texto, aunque un poco fuera de tiempo. Lo comparto.
¡Hola anciano! ¿Cómo estás?
Se me había olvidado enviarte las pequeñas correcciones a lo que escribí la otra vez, creo que es un poco tarde pero de todos modos ahí van...
Te faltaron incluir los nombres de personajes públicos que son admirados por algunos padres que sueñan ser cómo ellos o que son sus amores platónicos y terminan poniéndolelos a sus pobres hijos. Entre estos están: Johan (me consta que fue por el jugador de futbol soccer), Brandon (personaje muy atractivo de la serie Bervely Hills 90210), Gael (el actor), entre muchos otros. El nombre es muy importante porque de cierta manera le da personalidad a un niño y debe de ser fuerte. Parte de esa personalidad también tiene que ver con los apellidos: el o los nombres tienen que combinar con los apellidos. En el laboratorio, todos coincidimos en que, sin tener referencias previas, nunca iríamos con un médico llamado Brandon López (nos enfermaríamos más) o con una abogada Kelly Sánchez (perderíamos el caso). Un día que nos estábamos mofando precisamente de los nombres, me quedé perpleja, súpersorprendida y con la boca abierta cuando uno de mis compañeros nos presumió que tiene un alumno llamado Brad Pitt Pérez. Imagínate. Y lo peor es que el tipo se la cree. De hecho, también he pasado la vida preguntando a mis papás qué significa mi nombre. Siempre me contestan que asociaron el color de mi cabello con un rubí y yo siempre les digo que en ese caso sólo me hubieran llamado "Rubí" y hubieran omitido lo de "cela" porque no tienen idea de dónde lo sacaron. Chucho opina que mi papá estaba ebrio cuando me registraron y me bautizaron, porque mi nombre suena más a enfermedad que a piedra preciosa... En fin, de todos modos, mi nombre me gusta, lo encuentras en la red y significa "rubí con una tonalidad un poco menos intensa que el rojo rubí. Además, creo que no se escucha tan mal con mi apellido. Y prefiero este nombre porque mi papá quería que me llamara Martina, no, no, no.

Cuando tenga hijos, espero no caer en algún error de esos. Además, el que sea el papá, o la persona que le vaya a dar el apellido, no tiene que ser Hernández.
Hasta aquí fue ella. Ahora debo comentar que su hermano menor sí lleva por nombre Martín.

¡HABLA-PALABRA PALABRA!

Actualizamos los textos.

Ahora son sólo dos. El primero es sobre Carmen, la mamá de Arturo Gaona Moreno. Lo escribí hace un año, por estas fechas (mayo), después de su fiesta de 90 años. Si no mal recuerdo, al día siguiente de lo que narro.

El segundo es un conjunto de apuntes sobre mi tío Julio, quien el día 23 cumplió 98 años.


El tercero es una descripción de mis estudiantes.



De mi tía Carmen y Arturo, su hijo.

El viernes 18 mi tía Carmen, la media hermana mayor de mi papá, cumplió 90 años. La cercanía entre ellos es mucha, lo mismo que con sus otros hermanos, pues ella era ya una señorita cuando ellos apenas eran niños. Se reunieron con ella cuatro de los cinco que viven. Debo decir que han tenido pocas bajas. Sólo Julia, la hermana carnal de los cuatro, y Lola, otra media hermana pero de padre. Vino mi tío Rodolfo que vive en El Paso y es aficionado y practicante de la tauromaquia. Estuvo también el que vive en Pachuca, más mi padre y mi tío el mayor que viven aquí, en Huauchinango.

Además de ellos, fuimos dos sobrinos, hijos de Manuel (mi papá). Estuvieron sus hijos, cuatro, además de sus nietos y bisnietos. Celebraron misa. Luego fue la fiesta. Ambas se celebraron en la misma casa. Se trata de una construcción relativamente grande que tienen en Ecatepec, o San Cristóbal, como se decía antes. La casa donde viven está en la Ampliación Gabriel Hernández; a la entrada de México, si uno va de Tuxpan hacia la capital.

Tras la misa fue la comida. Dieron consomé, barbacoa, arroz. Rocío llevó un ciento de tlacoyos en salsa, de ésos que le gustan mucho a mi tía. La amistad entre ellas se remonta a 20 años atrás, cuando mi tía vino a cuidar a mi abuelita. Como mi abuela y mi tía se quedaron en la casa, entre ella y Rocío surgió una amistad aderezada con la aversión compartida hacia algunos familiares. Bueno, tras la comida la atención se dispersó.

Había gente haciendo sobremesa en el patio. Otra poca en la cocina. Algunos niños estaban jugando en el piso superior. Varios adultos platicaban en la calle. Mi tía estaba sentada en la sala con Rocío y la esposa de mi tío Rodolfo. Junto a ellas una parienta por parte del esposo de mi tía (fallecido hace muchos años; no lo conocí). Mis tíos y mi papá veían fotografías, junto con ellos mis tres primos varones. Arturo, el mayor, se divorció hace más de 20 años, y desde entonces vive con su mamá. Esther, la dueña de la casa de Ecatepec, ha tenido dos matrimonios y ha procreado nueve hijos (si los datos no me fallan), Carlos ha tenido tres, mientras que Sergio, el menor, ha procreado tres. Los cuatro hijos viven alrededor de su madre. En algún momento, cuando mi tía era fuerte, parecería un interesante caso de matriarcado.

Estaban viendo eso cuando mi tío Rodolfo, el torero, se paró frente a mi tía y comenzó un discurso. Se detuvo en varios momentos porque sus hermanos –mi papá y un tío- lo interrumpían aclarando o comentando. Tras ello vino el "que cante Jorge". Mi hermano canta muy bien, así que pasó al frente e interpretó una canción ranchera para mi tía. Tras él fue turno de mi papá. Canta bien aunque le falta volumen. Luego me tocó a mí. Le canté "Fumando espero", una canción que estaba en un disco que me regaló mi abuelita, su mamá. Era de Sara Montiel. Mi tía se emocionó y cantó conmigo. Luego fue el turno de mi hermano. Y después de nuevo yo. Esta vez canté "Júrame". Lo mismo, mi tía me aplaudió y cantó algunas partes conmigo. Todos estaban atentos –los niños también, sentados en los escalones- y había un silencio agradable. Antes de que mi tío hablara, Carlos, el segundo hijo varón, hizo una demostración de artes marciales, pues a sus 65 años conserva la elasticidad y fuerza que logró en su juventud. Mi tía pidió entonces una de Pardavé. Me animé de nuevo y canté "Obsesión". Estaba en eso cuando saqué a bailar a mi tía mientras le cantaba. Después mi tío Bernabé se animó y bailó con ella, no sin antes aclarar que él no baila pero la abrazó y danzaron.

Tras el baile hablaron dos de mis sobrinos. Un hijo de Esther y el hijo de Carlos. Ambos hicieron el comentario de lo improvisado del festejo y de la cooperación entre todos para realizarlo. Estaban hablando cuando Rocío me pidió que la acompañara al baño. La casa tiene dos, pero padece de carestía en el agua. La cantidad de gente era mucha, de modo que tuvimos que esperar un poco para que el baño estuviera en condiciones mientras sacaban agua de donde se pudiera. Mientras, en la sala, Arturo, el hijo mayor de mi tía, comenzaba a bailar danzón. Lleva años en un grupo de danzoneros y lo hace mucho muy bien.

Cuando bajamos del segundo piso él estaba iniciando la segunda pieza. Lo vi de reojo mientras buscaba acomodo en la escalera y Rocío volvía a ocupar su lugar junto a mi tía. No sé por qué se hinca, pensé. Su pareja le decía que se levantara mientras él permanecía arrodillado frente a ella. Y ella comenzó a hablar más fuerte. “Levántate Arturo, levántate”. Y Arturo no se movía. Pensé que era parte de la coreografía pero mi idea se esfumó cuando la hija de Carlos comenzó a llamar a gritos a su papá. Carlos entró a la sala para auxiliar a su hermano. Luego los primos y algunos invitados se arremolinaron en torno a Arturo. Lo acostaron en el piso, le aflojaron el pantalón. Se oían voces que decían "vuelve Arturo, vuelve" o "tío, tío" o "ya vuelve, ya está reaccionando". Me acerqué y Sergio me pidió que no dejara ver a mi tía Carmen. Me coloqué entre ella y la bola, tratando de distraerla. Volteé y vi el oxígeno. Ya le estaban quitando los zapatos y dándole masaje en los pies. Arturo no reaccionaba. Entonces me acerqué. Me incliné sobre él pues Carlos estaba dándole masaje cardiaco externo, pero muy suave. Entonces le sentí el pulso: no tenía. Y reemplacé a mi primo en lo del masaje, pero lo hice con fuerza. Él me dijo que no tan fuerte. Vi los ojos de Arturo, se estaba yendo o ya se había ido. En ese momento llegó un médico. Revisó respiración, latidos y preguntó si alguien sabía dar respiración de boca a boca. Yo, dije. Me incliné sobre Arturo y le di dos emisiones de aire. El médico había pedido un pañuelo. Se lo pusieron en la cara y yo volví a soplar. Escuchaba cómo entraba el aire en su estómago y chocaba contra los líquidos, casi burbujeaba. Sentía su cara y sus labios fríos. Mientras, el médico daba masaje pero con mucha más fuerza que yo. Tras varios intentos le alumbró los ojos. Luego pidió un espejo que acercó a su rostro. Y dijo: este hombre está muerto, fue un infarto masivo.


Regresamos a Huauchinango para volver al DF el día siguiente, domingo, al sepelio.


Sobre mi tío Julio.



Él y su llanto.

Nadie lo vio llorar la tarde de julio que sepultaron a su madre. Todos lo observaron enfundado en su gabardina, como sería en los otros sepelios, porque el clima se empecinaba en ser lluvioso cada vez que moría uno de sus familiares. Así veló, llevó a la iglesia y luego al camposanto a su madre y tíos, a sus hermanos, sus hermanas y sus sobrinos. Sin una lágrima, adusto, en silencio, cuando mucho con la frase “Sea por Dios”, así vio desaparecer féretros en la tierra, así recibió ese primogénito condolencias y pésames.

Sólo una vez se miró en sus ojos asomo de llanto. Fue la noche que recordó la muerte de su padre, más de setenta años antes: cómo sujetó sus manos, cada vez más débilmente, mientras la vida se despedía entre estertores.


Él y su presencia

Unos le respetaban, otros le temían, muchos hacían bromas sobre él, a sus espaldas. Huíamos de ese rostro, de esos ojos que brillaban detrás de las gafas verdes, y de los regaños que paseaban por sus labios. En la merienda no hablábamos. Él y los otros mayores platicaban cosas de adultos. Apurábamos los tragos de café con leche y mordisqueábamos el pan para retirarnos rápido. Luego temimos a sus risotadas, sus eructos y estornudos. Por las noches comíamos los dulces debajo de las cobijas, a hurtadillas, alejados de su presencia. La última vez lo vi viejo y desvalido, doblado por los años, tembloroso.
Mis estudiantes
El CBTis 86 es un bachillerato tecnológico. Se ubica en la sierra del noroccidente de Puebla, entre montañas que antes estuvieron cubiertas de pinos y encinos. Lo que otrora fuese verdor ahora es ocupado por manchas ocres que revelan la deforestación y el mal uso del suelo. No obstante, si uno deambula por la parte posterior del plantel, puede asomarse a una barranca y quedar de frente a uno de los pocos cerros cubiertos de vegetación.

Esta imagen pueden compartirla jóvenes de 14 a 18 años -en promedio-. Desde perspectivas citadinas y rurales, pues la gran mayoría radica en la ciudad de Huauchinango o Necaxa, pero muchos otros provienen de comunidades o pueblos aledaños, mestizos o náhuatl. En la escuela coinciden estudiantes de tierra tropical así como de lugares altos y fríos. Se mezclan quienes tienen acceso a internet en casa y televisión por cable, con quienes no tienen acceso en casa o incluso ni en su comunidad; quienes deben viajar dos horas diarias con quienes se levantan a diez minutos para la hora de entrada porque están a cinco minutos caminando. Los hay que estudiaron en telesecundarias, en secundarias técnicas o en generales, en escuelas públicas o en privadas, casi nadie en sistema abierto; quienes tienen solvencia económica en casa con quienes apenas reúnen para comer día a día.

¿Sus aspiraciones? Muchos –que son pocos en realidad- aspiran a obtener un documento con la promesa de quedarse con la plaza de su padre o de comprarla en una empresa (PEMEX o Cía de Luz y Fuerza…) o en el gobierno. Otros -que sí son muchos- ingresan a la escuela porque “así tiene que ser” o “para ser alguien en la vida”. Otros tantos –que también es un número significativo- la miran como un peldaño, el último, antes de conseguir un trabajo o hacer intentos por entrar a la vida laboral. Queda abierta la interrogante de qué significa para ellos estudiar, si pretenden aprender o solo cubrir un requisito o complacer a sus padres o qué... Queda abierta la incógnita de cuántos tienen como propósito aportar a la comunidad, dedicarse a las ciencias o a las tecnologías con un enfoque social.

¿Bastan estas líneas para imaginarse rostros morenos y blancos? ¿Es suficiente esta descripción para identificar sus sueños, aspiraciones y propósitos? ¿Con estos renglones puede tenerse una idea de sus voces, de sus pláticas, inquietudes y temores, de dónde posan su mirada?

ELIGUERO

En donde nací (ahora Xicotepec, antes Villa Juárez) hay un lugar donde venden carnitas, en taco o por kilogramo. Está a orilla de la carretera. El sabor es bueno (me agradaba cuando comía carnes rojas). El precio es accesible. El ambiente humano es una mezcla de rancho, ciudad, pueblo...



Cuando oí por primera vez del lugar, me sorprendí: ¿por qué un nombre tan sugerente para un lugar de comida? ¿o me están cotorreando? No, el asunto es que, por eso de la ligazón fonética entre vocales, yo escuché "el liguero" cuando lo que estaban diciendo era "El higuero".

A ligar.

Miguel Bonilla Rodríguez es un profesor de Colima. Me parece que hace cosas interesantes con us sestudiantes de secundaria. Asíq ue e he pedido permiso para compartir su trabajo. Aquí está:

http://www.youtube.com/results?search_type=&search_query=miboro007&aq=0&oq=miboro

De lo anterior.

En estas fechas se celebra el Día de la Tierra. aunque en esto me gustaría ser más cono Lewis Carroll y pensar en 364 celebraciones por los no cumpleaños.

Visita: http://www.oei.es/decada/boletin036.htm ¡Es urgente!

Si eres terrícola, si eres humano, si estás leyendo esto, visita y únete: :http://www.oei.es/decada/boletin035.htm

Si eres de Huauchinango y aunque no lo seas:

http://www.eco-huauchinango.blogspot.com/

Si te interesa lo de pensar bien:

http://prepa8.unam.mx/colegios/filosofia/principal.html

Si eres de mi familia o quieres conocer a mi tía(abuela) Lola (publicado con las debidas licencias: imprimatur, nihil obstant):

http://www.youtube.com/watch?v=vFQQlLr6hPc

http://www.youtube.com/watch?v=NzACQ8PLmTQ

http://www.youtube.com/watch?v=ETgUMeNPKBg

Agregamos una liga donde se presenta parte de lo que Roberto Sayavedra Soto está desarrollando.

http://www.laotraescuela.org.mx/

Felíz recorrido.

AUTO BIO GRAFÍA S

Autobiografía no autorizada y necesariamente inconclusa e incompleta.
(¿Hay alguna autobiografía concluída y completa?)


Me llevaron a nacer a Villa Juárez, cuando todavía Xicotepec no era el nombre rimbombante del lugar. Nací en la década de las revoluciones: 1960. Aunque mi contacto con esas revoluciones fue sui generis y me debatí entre ser revolucionario y conservador. Me regresaron a Huauchinango para 1963. No fui bueno en la escuela primaria, la conjugación de verbos así como los quebrados constituyeron unos de mis dolores de cabeza más punzantes. En esa misma década incursioné en el periodismo. Junto con mis hermanos, que para ese tiempo sumaban cinco, diseñé, escribí e ilustré un periódico que vendí a mis tíos. La empresa dio a luz dos números, cada uno de tres ejemplares. No es que resultara incosteable, sino que abarcar uno sólo –casi- todas las secciones era trabajo arduo. Además, no había compradores.


También antes de que finalizara la década había dirigido una película. Fue sobre la época de las cavernas. El set estuvo constituido por un montón de arena que estaba en la azotea de la casa de mi bisabuela. Varios de los actores fueron figurillas de El Santo a los que debimos rasparles la pintura de la máscara y los calzoncillos. Para antes de que terminara ésa, mi primer década, también hice teatro. Una serie en que yo hacía dos personajes: un mesero y un comensal, un dentista y un cliente, y escenificaba el diálogo entre ambos. Asimismo hice danza flamenca y un poco de expresión corporal con la música de Tchaikovsky. En cuanto a recitar, me ponía agua en los ojos para decir “Mamá soy Paquito, no haré travesuras”, que era la única parte de la poesía que me había aprendido. Leía todo lo que cayera en mis manos, aunque muchas cosas no las entendía como el “CC Compañeros” que aparecían en algunos documentos de mi papá, el “N del T” que aparecía en una biblia de pastas de piel, o el “Nihil obstant” que aparecía en casi todos los libros de mi (bis)abuela materna. Me tocó ver la llegada del hombre a la Luna y saber, borrosa y contradictoriamente, acerca de los hippies, quienes ejercían en mí una atracción especial.


En la década de los 70 mi familia se incrementó a nueve. Yo hice la secundaria casi igual que la primaria: sin saber cómo. Mis pies habían crecido más de lo común, lo cual me atrajo y valió algunos apodos. La miopía se había hecho más notoria así como mi deficiencia dental. Los pies planos, a eso del segundo de secundaria, comenzaron a manifestarse con ciertos dolores. Y vino la prepa, y mi incursión en las ideas y las acciones continuó. Escribía, leía, actuaba y discutía casi como deporte. Por cierto, era yo pésimo para el basket ball pero lo practicaba con ahínco, brincos como cabra y muchos gritos. En la secundaria tuve un ingreso fallido y desastroso en la oratoria y una segunda participación en la que me temblaron la voz, la mano y las piernas. En la prepa volví a incursionar pero no memorablemente. Más bien me volqué hacia las palabras, preferentemente escritas, hacia la organización de grupos de teatro, de literatura, de artes plásticas y de música.


En la década de los 80 empecé la aventura –inconclusa, incierta, inexorable y llena de misterio- de ser pareja y de ser papá -en tres ocasiones lo de papá-. Terminé una licenciatura de tres que comencé. Una inconclusa en Filosofía y otra en Psicología. La que llevé a un razonable buen término fue en Pedagogía. Para esa década incursioné en el periodismo –ya no familiar ni escolar- y fui colaborador en “Cambio de la Sierra”, aunque antes lo había hecho en el plano radiofónico, en “Tiempos Modernos”. Luego inicié una maestría en Ciencias de la Computación que no concluí. En la década anterior había perdido a mi (bis)abuela. Diez y once años después, respectivamente, perdí a mis abuelos paternos. Y en el 92 a mi quinto hermano (José Manuel)Cuatro ausencias que pesan y que a veces me hacen llorar. En cuanto a trabajo, laboré en tres secundarias, dos bachilleratos y una normal.


En la década de los 90 hice una Maestría en Filosofía de la Ciencia en la UAM. Por aplicado me dieron la Medalla al Mérito Universitario. Hice teatro, escribí cuento y poesía, seguí con la música. Publicaron un texto mío en la antología de Ciencia Ficción Mexicana “Más allá de lo imaginado” y algunos otros en la revista “Umbrales”. Fui consejero del IFE, ciudadano en 1977, y electoral en 2000 y 2003. Hice investigación, básicamente combinando lógica, procesos cognitivos y educación. Presenté trabajos en congresos de investigación educativa, coloquios y encuentros de filosofía. Por uno de esos trabajos recibí (si la memoria no me falla) en 1999 un premio estatal en investigación educativa. Para entonces ya había laborado como docente en algunas universidades (algunas patito y otras serias) en licenciatura y maestría, además de dar cursos a docentes de varias partes del país. He dirigido dos tesis de licenciatura (en Psicología Educativa y en Biología) y una de maestría (Tecnología Educativa). También, estudiantes míos de bachillerato, recibieron premios en investigación documental, poesía, cuento y en concursos académicos. Terminé la década haciendo estudios en un Doctorado en Humanidades. Antes escribí un libro de filosofía que ni se ha leído ni se ha vendido ni se ha publicado comercialmente. Forma parte de la letra muerta en naturaleza muerta.


Llegó el nuevo milenio y poco después mis 40 años. En lo que va de esta década he ingresado a varias organizaciones académicas: la Asociación Filosófica Mexicana, la Asociación Mexicana de Metodología de la Ciencia e Investigación, la Federación Mexicana de Filosofía para Niños, la Academia Mexicana de Lógica y la Cátedra CTS capítulo México. He organizado un congreso nacional de metodología y un encuentro internacional de didáctica de la lógica. He obtenido varios premios (algunos durante la década anterior) con trabajos de divulgación científica con mis estudiantes y, personalmente, uno (2004). He trabajado en diseño curricular e incursionado en las nuevas tecnologías en educación. Por otra parte, desde hace más de un año colaboro en la sección cultural de “El Guardián” y, ocasionalmente, con artículos de opinión, como lo hice en el noticiero radiofónico “Tiempos Modernos” en los 80, y en esta década en “Radio Expresión”, además de haber publicado en revistas de ciencia, tecnología, filosofía o educación (Ciencia Ergo Sum de la UAEM, Ergo de la UV) entre los 90 y ese comienzo de siglo. Estoy adherido a la Década por la Educación para el Desarrollo Sustentable (posiblemente he cambiado el orden, y el “para” vaya en lugar del “por”). Y de cuando en cuando doy conferencias y talleres. Me gusta la música barroca, escucho con frecuencia música mexicana de concierto, soy relativamente asiduo al cine mexicano y a la fotografía, la literatura, el teatro. Una de mis preocupaciones centrales está en la argumentación, y otra en la relación entre Ciencia, Tecnología y Sociedad. Y otra preocupación más central se ha mantenido en la aventura misteriosa, inexorable e impredecible de ser pareja y papá.


Quimeras: recorrer la sierra norte a pie, siguiendo las veredas de antaño; publicar algunas de mis narraciones (no son cuentos, tan sólo alcanzan a ser viñetas y esbozos) en una antología personal; la creación de una finca forestal (a manera de reserva ecológica con fines educativos –no sólo escolares-), y la promoción de un grupo que trabaje por difundir la vinculación entre la ciencia, la tecnología, el arte y la sociedad.

Un deseo (publicable): ir en burro a la escuela, vestido de Don Quijote, el último día que trabaje en ella. Otro: vestir con calzón de manta, como fue la usanza de los habitantes na'uas de estos lares hace unos cincuenta años.

GRÁFICO - FOTO - GRÁFICO


Cinco generaciones.

Primera: tíatatarabuela de suéter oscuro

Segunda: bisabuela (sobrina de la tíatatarabuela, sentada junto a ella)

Tercera: abuelo (hijo de la abuela, de pie y cargando a su nieto)

Cuarta: tía (hija del abuelo, de pie)

Quinta: sobrinos (los dos niños)






Nota por si hay equivocaciones y confusiones: soy de la tercera generación.


Se supone que éste soy yo mero... ¿pero dónde estoy?

















NOVEDAD - ES

Novedad-es que sí novedad es.

El día 5, viernes, es el Día por el Medio Ambiente.

¿Qué haremos?

TREBEJOS