«Mujer
que sabe latín ni tiene marido ni tiene buen fin». Esta frase
resultaba lapidaria hace varios años, ahora no lo es. Fue una pesada
carga para Sor Juana Inés de la Cruz. La monja que no nació
siéndolo, pero que sí nació inteligente y, a lo largo de su vida,
a cultivarla se dedicó. Sor Juana, la monja que fue tan religiosa
como necesario le resultó, ¿pero lo suficiente libre e
independiente como para no atarse a la religión?
Leer,
reflexionar y escribir la hicieron internarse en los vericuetos
pantanosos del lenguaje, en los senderos nunca rectos ni continuos sí
alternos del amor. Tanto así que, conocedora de los sobresaltos que
padece el espíritu, escribió: «En
un amante no hay risa que no se altere con llanto».
Juana
de Asbaje y Ramírez de Santillana nació el 12 de noviembre de 1651.
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