domingo, 14 de febrero de 2010

¿Huehues?

Epigmenio no sale de huehue. Hace mucho, cuando tenía veintitantos años, era huehue. Bailaba por las calles, desde el sábado temprano hasta el martes. ¿Del Carnaval? Epigmenio no sabía que existiera. Para Epigmenio era una época: desde el sábado antes del Miércoles de Ceniza, antes de que iniciara la Cuaresma.

Epigmenio no sale de huehue. Hace mucho que no. Antes, desde el día de La Candelaria compraba el lazo. Tenía que ser de yute. Hacía tres cordones de dos dedos de grueso. Luego los tejía en trenza. Un látigo largo, con punta delgada, así tronaba bien.

Epigmenio no sale de huehue. Hace mucho, cuando las calles eran empedrados o estaban recubiertas con chapopote, sacaba de un baúl el vestido que su hermana le había regalado. Sobre el vestido de mujer estaban las máscaras. De cartón, con olor a cola, una era la cabeza de un lobo, con peluche blanco a la altura de las sienes, la otra era un rostro de mujer.

Epigmenio no sale de huehue. Hace mucho que sí, en los tiempos que los huehues iban en grupos cuando mucho de veinte, vagaban por las calles acompañados por un dueto de huapangueros. Un violín y una guitarra que sonaban cada vez que alguien les daba una moneda. Danzaban en círculos, imitando la voz de mujer o gritando agudo. A veces llevaban un muñeco, como si fuera su hijo.

Epigmenio ya no sale de huehue. Hace mucho, cuando para salir había que hacer una promesa, él lo hizo por manda. Era asunto de fe, también de orgullo. El dinero que juntaban era para los huapangueros, para las gallinas de la descabezada. Y cuando se terminaba, el martes por la tarde, se terminaba y de ahí hasta el año siguiente.

Epigmenio no sale de huehue. Hace mucho, 35 ó 40 años atrás, él era un huehue. Ahora no sale. Dice que hoy ya no son huehues, que son carnavaleros. Los carnavaleros aceptaron salir en la feria, aunque no sea la fecha. Los carnavaleros se uniformaron, todos igualitos, como escueleros. Los carnavaleros son buenos si tienen dinero, hasta concursan. Los carnavaleros cambiaron la máscara por un trapo con hoyos para los ojos. No hacen promesa, no hay manda. Los carnavaleros se olvidaron de la guitarra y el violín, los cambiaron por un coche con sonido y luego por una banda de aire. Los carnavaleros dejaron de ser serranos y se volvieron norteños. Los carnavaleros reciben dinero de los políticos. Los carnavaleros no sabe ni porqué salen, no sabe lo que es ser huehue.

“Los carnavaleros salen de huehues pero no son huehues. Por eso”, dice Epigmenio, “por eso no salgo de huehue… porque yo sí soy huehue”.

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