jueves, 15 de diciembre de 2011

Invierno maya







Kukulkán exhala cielos
el ave se petrifica
la polilla se vuelve corteza

II
Kukulkán aspira cielos
la roca se vuelve ave
la polilla se torna corteza
la iguana se transforma en palmera


III
Kukulkán-cielos
roca-ave
polilla-corteza
iguana-palmera
árbol que se desnuda en resplandores



miércoles, 2 de noviembre de 2011

Entrada a otro cielo

Calavera

DEDICATORIA

Confieso lo evidente: yo no soy,

ni quiero ni pretendo ser poetisa

(la cumbre del Parnaso se divisa

muy lejos del paraje donde estoy).

No obstante, por ociosa, quise hoy

echar mano del estro que improvisa,

ceñirlo con la métrica precisa

y, al fin, hilar los versos que le doy.

Estando así las cosas, le suplico,

no juzgue con rigor mi calavera;

ignore sus carencias y defectos.

Sin más, Víctor Florencio, le dedico

mis décimas, las cuales, soy sincera,

compuse para usted con mucho afecto.

Rocío Antón Pérez.

Revisión: Ataúlfo Antón Pérez.

Huauchinango, Pue., noviembre de 2011.

CALAVERA

Al abrigo del silencio

de una noche triste y fría,

lucubraba con porfía

el señor Víctor Florencio.

Ya llevaba, lo evidencio

tres semanas sin dormir,

pues ansiaba concluir

con la ecléctica ponencia

sobre lógica, arte y ciencia

que era próximo a impartir.

Terminó con el trabajo

al llegar el conticinio;

sometiéndolo a escrutinio

lo miró de arriba abajo.

Confirmó que en el legajo

no había falla. Satisfecho,

decidió marcharse al lecho

y el estudio abandonar

(aposento singular

por su cúpula en el techo).

Descendió por la escalera,

traspasó el recibidor

y llegando al comedor

sucumbió ante la guzguera…

Ignorando la severa

prescripción de su galeno

se zampó, ni más ni menos,

diez galletas de vainilla,

chocolate y mantequilla

que para él son un veneno.

Todavía saboreaba

los bizcochos en la mesa

cuando oyó, con extrañeza,

que una tele funcionaba…

¿Quién será? se preguntaba

el que ve televisión?

Si no falla mi intuición,

o es Arturo, o es Manuel,

pero apuesto a que es aquél,

pues conozco su afición .

Fue directo hacia el cuartito

donde ven los DVD’s… (¡!)

Quedó mudo, como un pez

y más blanco que el granito,

pues la Muerte (¡no era un mito!)

lo esperaba en el sillón

pa’ llevárselo al panteón.

(No llevaba su guadaña,

solamente –cosa extraña-

iba envuelta en su mantón.)

Buenas noches, profesor.

He venido por usted.

Tenga a bien vuestra merced

el seguirme, por favor —.

Ya repuesto del terror

momentáneo que sintiera,

Víctor vio a la calavera

y, sin ser maleducado,

mas, pecando de igualado,

respondió de esta manera:

Oye: ¿a poco a ti te gusta

que te digan «Profesora»,

«Doña», «Usted», o bien, «Señora»…?

En mi caso, me disgusta

esta forma tan adusta

de nombrar a los demás.

No es mi estilo, además

de que suele incomodarme.

Te doy chance de tutearme;

dime Víctor, nada más .

La Calaca, sorprendida,

al mortal le dijo así:

Pues… ¿qué piensa que hago aquí?

¡He venido por su vida!

Por lo tanto, no me pida

olvidar la urbanidad

y fingir cordialidad.

Mi trabajo no es tutearlo,

solamente aniquilarlo

y llevarlo a mi heredad .

Soslayando totalmente

el meollo de este asunto,

dijo Víctor: Te pregunto:

¿Has pensado en lo excelente

que serías cual ponente?

Ofrecernos tú podrías

una charla. Versaría

toda en torno de tu filia:

eutanasia, necrofilia,

muerte y tanatología… .

La Huesuda, perturbada,

al mortal repuso así:

¡En qué acción tan baladí

quiere verme involucrada!

¿No ve que ando carrereada?

Luego entonces, no me invite

a que en público recite

las facetas de mi oficio;

charlar es un beneficio

que mi agenda no permite .

Desoyendo nuevamente

las palabras de la Parca,

dos películas de marca

le extendió, casi inquiriendo:

Anteayer estuve viendo

estas cintas de Buñuel.

¿Has mirado alguna de él?

La llamada El río y la muerte

de mi pueblo, ¡vaya suerte!,

da una imagen bella y fiel.

» Ahora bien: Los olvidados

es la historia del dolor,

la miseria y el horror

en que vive confinado

un infante chantajeado.

Te la tengo que prestar.

Y también te voy a dar

una cinta sobre arrieros,

Quest for fire, Los herederos,

Wisky, Mamma y Kandahar… —.

…y pasó del séptimo arte

a la música barroca;

le contó sobre Paul Broca

y las fábulas de Iriarte.

De los cráteres de Marte

hasta Heráclito y Platón;

de fútbol y religión;

de las ruinas en Tikal;

desde Goedel, Escher, Bach,

hasta Franco y Villazón…

…y le habló de su ascendencia:

los Hernández y Bernal

(que, añorando lo natal,

aquí hicieron residencia);

de don Julio y su impaciencia

(quien, por cierto, se nos fue);

de “La Delta” (aún en pie);

de la grey Ramírez Cañas,

y también de las hazañas

de “Popeye” (Bernabé)…

La Calaca, muy molesta,

le espetó al mortal así:

¡¡Insolente galopín!!

Sólo vine, firme y presta,

a cumplir con la funesta

encomienda de matarlo.

¡¡No llegué para escucharlo!!

¡¡Deje ya de parlotear

y comience a caminar,

que ya no voy a esperarlo!! .

…pero, ¡ni me has escuchado!:

debo dar algunos cursos;

quiero entrar a dos concursos;

tengo viajes programados;

voy a hacer un doctorado;

tengo alumnos que atender

y un proyecto de taller;

aún ensayo con el coro

y a mi nieta (a quien adoro)

yo la anhelo ver crecer…

Por lo expuesto, Calavera,

hoy no voy a acompañarte,

pues, ya ves que en todas partes

(como a Karajan) me espera

un proyecto de primera

o un trabajo que cumplir.

¡No es mi tiempo de morir!

Sobre todo porque tengo

(lo aseguro y lo sostengo)

muchas ganas de vivir —.

Sin dejar de hablar la asió

de su brazo descarnado

y con aire desgarbado

a la calle la arrojó.

¡Ah!, pero antes le entregó

un morral y una maleta

de películas repleta;

libros, discos de a montón

y (pa’ ornato del panteón)

una azalea en su maceta.

EPÍLOGO

Pero el cuento aquí no acaba:

Desde aquella noche fría,

cuando Víctor, con porfía,

en su estudio lucubraba,

la Calaca ha sido esclava

de una lóbrega visión:

Dando el gallo su pregón,

ve a Florencio, parco y serio,

arribar al cementerio

sin piedad ni compasión.

Y lo ve, con desconcierto,

deambulando entre las fosas

o sentado en las baldosas,

proferir hacia los yertos

y momificados muertos

sus discursos eruditos.

(Aunque incurre en el delito

de turbar el sueño eterno

de quien yace en el averno,

no parece estar contrito.)

Y, cual cuervo de Allan Poe

(mas, sin Palas ni dintel),

es Florencio como cruel

y terrible maldición.

Pues, la reina del panteón

de la plática tenaz

de este profe tan locuaz

ya no se ha de escabullir;

de él jamás podrá rehuir

ni librarse… ¡nunca más!

sábado, 29 de octubre de 2011

Borrosidades y neblina

Viernes 28 de octubre.
Es emocionante. llego de México y encuentro a Huah¿chinango revestido de neblina, humedad y frío. ¡Bien! Una oportunidad para rememorar el Huauchinango de muchos ayeres.

Sábado 29.
Lectura de Tomóchic. Primer capítulo, primera página. Me entretengo dos minutos en este enunciado "Miguel, erecto el entrecejo de su rostro imberbe quemado por el sol, contempló con aire de aburrimiento y cólera aquella plazoleta...".

Ensayo de coro. Va pensiero. La cantamos dos veces entera. Los fragmentos son para reafirmar los forte. Disfruto entonar la pieza y saboreo cada una de las palabras.

Me enojo y entristezco: mi tía, casi presa en su Castillo de la Pureza vive rodeada de mentiras, intrigas, odios inyectados y cultivados, esperanzas consumidas. Ve y escucha por los labios de su hermano. Esas palabras la alejan cada día más de sus anhelos y aspiraciones. Cada vez se halla más extraviada entre incoherencias e incongruencias. Se consume en la injusticia.

Aprendo que hogar es el sitio donde vives y alguien te espera o esperas o te esperas.

La Catrina. Dudo entre ir a su presentación o a escuchar el ensamble en Mictlán. Me entero que atracomulco patrocina. Eso influye en mi opción. Pero La Catrina me decepciona. Solo la interpretación al piano, solo eso tiene sentido en medio de un chorro de palabras, imágenes y escenografías cansadas e inconexas.

Y casi concluyo el día con estas líneas.

Este día terminará cuando termine pero mañana amanecerá más tarde.

Al menos hoy la neblina se ha empecinado.




martes, 25 de octubre de 2011

simetría y continuidad

"Hugo" no es una palabra simétrica. "Hugos" sí lo es. Se trata de una simetría sintáctica.

¿Hay continuidad? Sí, ambos Hugos han persistido en su búsqueda. La colección lo muestra.

Por otra parte, es asimétrica y discontinua.

lunes, 24 de octubre de 2011

Mocedades




Pasaron casi 40 años para conocerlos en vivo.

Vinieron a Huauchinango al iniciar el segundo lustro de los 70. Dicen que la intérprete principal se molestó; ella quería ver bailar a la gente y la gente era un auditorio, es decir, estaba atenta al audio.

Las voces ya no son lo mismo. Los integrantes tampoco. ¿Mis emociones? Menos, son distantes a las que experimentaba a los diezytantos. Vibré con varias de canciones. Las he cantado en reuniones familiares pero escucharlas ahora fue distinto.

Pensé, pensé mucho. No canté cuando lo pedían. No podía. Tal vez hubiese llorado. Hay en ellas, en sus letras y melodías, muchos elementos que han perdurado en mi forma de sentir y de ver. Junto con Serrat, El hombre de la Mancha y Los churumbeles de España fueron mis compañías musicales.

Afuera aguardaban el frío, el cielo sin nubes y una paisaje extraño en mi juventud.

Cuando salimos, la oscuridad nos envolvió.




lunes, 17 de octubre de 2011

Eureka Mico-si-dad



Eureka.
Un viaje a mi interior-exterior, propiciado por un mensaje-misiva virtual-electrónico, me ha permitido-ayudado a entenderme-comprenderme un poco-mucho más.


Cada vez, cada ocación es una ocasión para detectar el error del herror. En cada pensamiento-reflexión tengo la oportunidad de descubrir la riqueza que contengo. Así que por hoy debo sacar de la vida lo más que pueda.


¿Esto es encontrarme?
No lo sé, al menos encontré la frase o la idea. Pero de que soy una riqueza, lo soy. Pues como diría Whitman: soy vasto, contengo muchedumbres. Y es cierto, además de todos los zoo que soy (o especificando uno de esos zoo), he descubierto que soy académico... mejor dicho, estoy acá-de-mico pero no banderlog.


martes, 11 de octubre de 2011

Madrastra insaciable

El 25 de julio de 1989 fue martes. Día soleado, aunque algunas nubes por el norte anunciaban lluvia vespertina. Una multitud se apretujaba en el portal Juárez viendo hacia la presidencia municipal. Había autobuses estacionados muy cerca del monumento a Benito Juárez. Alrededor de ellos y cercando la calle estaban policías armados. El despliegue de la fuerza pública impresionaba. Se desocupaba la cárcel y los presos eran trasladados al Cereso. Lo hicieron por tandas.

Al menos presencié dos veces el mismo movimiento. Cuando llegué a mi casa escribí algunas líneas a las que puse por título Madrastra insaciable. El 20 de julio de 2008 gracias a Rocío, mi esposa, encontré el texto que creía perdido. Estábamos buscando fotografías para la Línea del Tiempo. Ahora lo comparto en este encuentro por la historia. He respetado al máximo lo que escribí cuando tenía 28 años. Pero he sucumbido a la tentación de realizar modificaciones. Una última mención: leo esto (es julio de 2008) en el mismo lugar donde hasta hace 19 años estuvo la cárcel.

Tal vez el título de este texto no vaya bien; hay buenas madrastras o madrastras que son muy buenas. Pero la cárcel se convierte finalmente en eso para muchos. Los cobija, los guarda… y su apetito es insaciable.

Y la ciudad, la creciente ciudad de 128 años, vio morir al centenario monstruo.

Es mediodía. El sol cae a plomo sobre los árboles, bancas, adoquín. Hace que las baldosas se transfiguren en espejos. No respeta a las clases sociales, las edades, los vestidos. Del interior del palacio municipal van sacando piedras, fragmentos de losetas y adobes. Es espera de ser ocupados, descansan en la plaza cívica largos postes de madera. La gente que pasa por aquí se detiene ante lo inusual del acontecimiento. En un despliegue de fuerza la policía estatal, algunos de sus miembros poderosamente armados, ocupa gran parte del jardín.

La puerta se abre. Hoy sí podemos cantar que el Sol sale para todos. Entre sol y escombros van apareciendo los que conocen bien a los segundos y añoran al primero.

Al cumplir cien años la cárcel, madrastra insaciable, eructa en un obligado parto a sus hijos. Salen cargados de escombros, con el alma reducida a un montón de ruinas y la mirada herida por tanta luminosidad de un sol que les es ajeno, que les es prestado durante un efímero e inaprensible momento.

A la sombra de los árboles o de los portales asistimos a las exequias de la matrona que devoró ilusiones, anhelos, esperanzas. Somos morbosos unos, circunstanciales otros, testigos de una marcha fúnebre. Pero al contrario de la muerte que es un fin y ya, presenciamos una marcha hacia la agonía continuada, persistente, intransigente y despiadada, que es el castigo supremo de la incapacidad humana de convivir: los reclusos de Huauchinango son trasladados al Cereso.

Las columnas del vetusto edificio son obcecados testigos, antaño del ingreso, hoy de la salida. En los muros retumban las pisadas. Su fuerza se ha venido desvaneciendo tras cada tarde de aburrimiento y desesperanza marchando alrededor de la fuente que está en el patio de las cloacas a las que hoy dicen adiós. Después de tanto caminar sin tener a dónde ir ya no hay pisadas, sólo un simple arrastrar de pies. Pies que se han cubierto con el polvo del olvido, polvo que llegó de fuera y que, acusador, los ha vuelto pesados, que es lastre. Viviendo así, ¿para qué grilletes? Con la propia condición basta.

Van saliendo. Regularmente un policía lleva dos presos. Los conduce esposados. Caminan entre una valla uniformada. Los reclusos, por un instante libertos, cargan sus pertenencias en bolsas de plástico, una cobija enrollada, una caja de cartón, un costal para azúcar, pero hay quien lleva nada para enfrentar su nueva vida. A veces lo que se debe cargar es pesado, estorba, y la anemia se mete se mete en el bulto haciendo más dificultosa la marcha. Cuando eso pasa, tal vez el policía ayude al reo.

El traslado lleva un ritmo difícil de seguir. Los presos tratan de igualar su zancada a la de los uniformados. Pero se ha quedado corta porque de nada sirve larga donde no hay caminos qué seguir. Cuesta trabajo alcanzar el paso del custodio. Los reclusos se ven como muñecos frágiles que lleva un titiritero con casco y pistola.

Por un momento, cada preso vive una oportunidad que puede ser la única en su vida: que alguien le preste atención, que muchos se fijen en él, y que sienta que existe para alguien. Por un instante tiene el sentimiento de interesarle a varios, de ser importante.

Apostados en el jardín, arriba de Bancomer y a lo largo de la explanada, los policías dejan sentir el poder del estado. Nosotros, los civiles (que no es lo mismo que los civilizados), somos el espectador que ha nacido o asegurado el boleto de la libertad para disfrutar o calmar el ansia de compadecerse de alguien, de maldecirlo, de darle sentido a un momento de su vida –la nuestra- al paso de los que no le encuentran sentido.

Parte el autobús. Un leve contratiempo en la esquina. Dos patrullas adelante, dos atrás. La gente contenida en su deambular respira aliviada al no sentir la presencia del poder.

En efecto, como que a uno le quedan lejos las ganas de enfrentarse a un rostro inamovible, inexpresivo. A unos ojos que miran desde la profundidad del poder. A una voz que ni espera ni admite otra respuesta que no sea la que él manda.

Por un momento Huauchinango sigue su vida de ciudad de 128 años ya. Sólo algunos interesados continúan como barbas de lampiño, desperdigados por el jardín. Uno que otro policía se va a sentar frente al kiosco. Una pareja de jovencitos se abrazan, se besan, él baja la mano y le acaricia la rodilla, ella se aprieta hacia él. Se separan, se dicen o intentan decirse algo amoroso. Continúan sus caricias. En este espectáculo fueron los policías los que consiguieron boleto circunstancial y de palco, a dos o tres metros del escenario. En lugar de aplausos las risas suben de tono cuando la actriz se resiste a una caricia en un lugar prohibido.

El oficial que está arriba de Bancomer da la señal. Los uniformados ocupan nuevamente sus puestos. Los transeúntes se detienen y hacen camino a empujones para presenciar desde primera fila. Los de atrás se levantan de puntitas para ver.

La marcha se repite. A estas alturas, las presencias resultan similares. Rostros morenos que han tomado un tinte amarillento. Bigotes y patillas al estilo pueblerino. Dos calzones de manta rematados por dos camisas rosas. Un suéter sin mangas, pantalón de mezclilla y un sombrero a la Tunco Maclovio cubren un cuerpo joven. Sombreros, muchos sombreros. Un hombre con la parte derecha del cuerpo paralizada y la mirada extraviada motiva la exclamación “¡Con ese pobre ni vergüenza tienen!”. A otro lo lleva dos policías de a sillita, a un lado sus muletas. Hay quien dice en tono sarcástico “A ese de seguro se lo llevan esposado”. Pelo lacio, pantalón desgarrado a la altura de la rodilla, con veintitantos y las manos del custodio encima de su hombro, un joven es llevado al camión.

“Te aseguro que entre un 70 u 80 por ciento de los que van ahí son inocentes”, comenta un señor. Y como que a uno se le ocurre que sólo los pobres infringen la ley. ¿Dónde está el violador o el que sabemos que ha matado pero también tiene dinero o influencias, el que ha robado y lo sigue haciendo a sus agremiados, a sus gobernados? ¿Dónde está el que destruye los recursos naturales en una insaciable e irresponsable avaricia? ¿Acaso el delito sólo pertenece al pobre? La respuesta la da el momento: están junto a ti, paseando a la sombra de la impunidad.

A doscientos años de iniciada la Revolución Francesa los ciento veintiocho años de nuestra ciudad son el letrero que proclama “fraternidad, justicia e igualdad”. Hoy son 150 los condenados, 150 letras para escribir “libertad y justicia social”.

“Es de lo más triste tener un hijo en la cárcel”, dice una anciana de delantal. “Uno qué más quisiera. Pero hacen las cosas sin pensar y cuando se dan cuenta, ya qué pueden hacer”.

Unos jóvenes recargados en los teléfonos comentan en tono bullicioso: “¡Pasajeros con destino a Disneylandia...! ¡Mira, ahí va el Ismael…! Sí, y ya engoró, tú”. Unas jovencitas ríen, subidas en los asientos del jardín. Se venden helados y frituras. Frente a Casa Balcázar una pareja de recién casados se miran a los ojos, se acarician, mientras sus parientes toman fotos y platican.

El traslado concluye. Los policías suben a sus camiones, rumbo a Puebla. El último en partir lleva en el vidrio de atrás una calcomanía del Che Guevara.

domingo, 9 de octubre de 2011

Tenek Cristianismo y (Pos)modernidad en SLP

En una atmósfera de intimidad que data de siglos, se da el encuentro con ellas.
Cuando se advierte el detalle, aflora la conjunción de elementos (que incluye lo moderno o lo posmoderno, según se piense).

domingo, 2 de octubre de 2011

De nombres

Recordad aquel hombre de Chiapas que llevó a bautizar a su hijo con el nombre "Camote Jaguar Catorce". A pregunta expresa del sacerdote de la causa del nombre, ya que no era posible un apelativo tan curioso (pensaba el religioso que era una reminiscencia maya o algo similar), el casi ofendido papá preguntó en tono de reclamo: ¿Entonces por qué hay un Papa León Trece?.


¿Alguien sabe por qué?

¿Por qué en Español hay nombres de objetos o fenómenos masculinos para mujeres? Por ejemplo: Socorro, Milagros, Pilar, Rocío, Dolores, Sol, Marisol.

¿Por qué "León" es un nombre para persona pero no lo son "Perro", "Tigre", "Buey" (ahora tan popular), "Ratón" (y no Macías) o "Topo" (sin relación con Jorodowski)?

sábado, 1 de octubre de 2011

Diálogos: entre sonidos e imágenes en movimiento.


- Tous les matines du monde

He visto, ayer noche, “Todas las mañanas del mundo”. Dejo a un lado los a veces complejos y complicados perfiles psicológicos de los cuatro personajes centrales. No comento mucho sobre la música porque el barroco (¿Corresponde a esa época? Creo que sí) me roba el alma (el entendimiento, o más bien lo condimenta o lo potencia, porque me hace pensar o sentir desde un esquema especial, no es una mezcla, no es una imbricación, es una red tupida y finamente entretejida; en este momento, mientras tecleo, escucho a la Bartolli interpretando a Vivaldi). -Me he contradicho, ya ahondé en lo que suponía iba a ser un comentario breve-. Tampoco hablo en extenso sobre la fotografía. En general muy buena. Me encantaron especialmente aquellas tomas del rostro del músico. Me sacaron un poco de lugar los paisajes mostrados uno en uno, con una cámara fija. Fueron de casas u otras construcciones. Tampoco hablaré de los textos de la traducción, que contienen más de dos errores ortográficos (como tampoco de mi necesidad de escuchar más francés porque muchas partes no pude traducirlas). También guardo mis comentarios sobre Depardieu y la chica con la que se casa. Él generalmente me ha gustado mucho como actor, desde el excelente Cyrano, pasando por una poco conocida que trata de una relación extraña entre dos adulos que renuncian a una mujer pero viven con ella cuando ella decide vivir con un niño como su pareja. Y no comento mucho sobre la hermana mayor que además de agradarme como actriz es para mí muy bella. Lo que quisiera comentar, eso sí, es el tema que se inserta en varias escenas y que intenta explorar una pregunta: ¿qué es el arte? ¿por qué o cómo puede haber arte sin artista o artista sin arte como hay música sin músico o músico sin música?

La música no es ni para Dios, ni para el amor, ni para el alma...

No lo entiendo. Se me ocurre que podría preguntar en voz baja pero con los dedos firmes. ¿Será que el músico es él (o ella)? La música no tiene sentido que sea para Dios: ¿para qué la querría él? Si es Dios, tiene todo. ¿Para el amor? Depende: ¿qué es el amor si no hay alguien que ama y –pero tal vez- alguien que es amado? El amor no existe sin los que aman -¿diría lo mismo Sabines?-. ¿El alma? ¿Qué es eso? Finalmente no tenemos un cuerpo y un alma, sino que somos un cuerpo. Sin él, ¿dónde queda eso que llamamos “alma”? La música es para el músico o la música es con el músico (aunque esto se ha roto con la reproducción grabada de sonidos).

- Quest for fire
¡Wow! (O “guau”. No sé cómo deba escribirse.) ¡¡Qué cosa me ha prestado!!... Me encantó. De veras que sí. Todo me resultó tan sorprendente como maravilloso: cada gesto, cada palabra incomprensible, cada situación, cada paisaje...


¿Sabe?... Me resulta sumamente placentero y fascinante conocer y contrastar diferentes tipos de manifestaciones culturales. Así que ver en esta película las (posibles, supuestas) diferencias culturales entre un grupo de neandertales y otro de homo sapiens, y a ellos compararlos con nosotros (nuestro tiempo y entorno) fue padrisisisisísimo. Infinitas gracias. Francamente, como que no me sorprende pensar que nuestros ancestros pudieran haber tenido el cráneo diferente, ni que hayan estado llenos de pelos como changos. Pero, pensar que las primeras organizaciones de poder, o que las primeras guerras, o que las primeras excursiones, o que las primeras religiones, etc. tuvieran que ver con algo como el fuego, me pone los pelitos de punta. La música también me encantó. Por momentos parece Stravinsky o Shostakovich. Fíjese que en la prepa un maestro nos (medio...) "platicó" la película (bueno, tengo casi-casi la seguridad de que sí estaba hablando de Quest for fire), pero él no hizo hincapié en la posesión del fuego, sino, en la risa. Él insistía que los únicos que “conocían” y “poseían” la risa eran los homo sapiens. ¿Será?...

Debo señalarte que hay un músculo facial (risorius de santorini) exclusivo del ser humano (creo) y relacionado con la sonrisa pero también con la emisión del lenguaje hablado. Esto no quiere decir que otros animales no razonen ni que carezcan de emociones ligadas a la alegría. Pero la risa, como atributo humano, es eso. Por cierto, tengo en el tintero (ojalá tuviera un tintero pero no es así) una conferencia sobre la racionalidad humana. En ella pretendo hacer notar que la idea de racionalidad como exclusiva del ser humano es errónea. Muchos animales tienen rasgos que podrían caracterizarse de racionales. Algo muy distinto es que no puedan hablar. Regreso al tema. Una idea muy ligada a la gravedad y seriedad en asuntos divinos y humanos puede hallarse en El nombre de la rosa, la novela de Eco que, coincidentemente Jean J. Annaud llevó al cine (es el mismo director del film que comentamos). Claro, como en muchos casos la novela es superior a la película. Y en este caso no solamente por la imaginación que una impulsa y la otra guía, sino porque el final es parcialmente peliculesco en la película (sic).

- Arrieros somos
Nos gustó mucho. A mi papá le trajo muchos recuerdos, pues dos de sus tíos (uno de ellos, muy cercano a él desde su niñez), eran arrieros. Sobre todo, nos cayó muy en gracias el arriero-filósofo de la segunda parte.

Me trae recuerdo de lo que no viví y de lo que viví. Mi bisabuelo es el primero en ser nombrado en el documental. Julio Hernández, papá de los señores de La Delta. Por cierto, mi tío Julio, el señor regañón, cumple en mayo los 100 de haber nacido (no llegó: murió el tres de marzo).

La otra parte tiene que ver con mis recorridos de jovenzuelo en la sierra. Caminé por varios lugares y otros los recorrí un poco a caballo.

También me cayó en gracia ese arriero. Vive aún el señor. Sin embargo me parece que en esa segunda parte se empobreció el documental.

- Kandahar
La escena de los mutilados corriendo tras las prótesis que caen del cielo es patética. Y la escena donde pasan los rostros de las niñas con sus hermosísimos ojos, también lo es.

La película me cautivó, en ese sentido: cautivó. Desde la primera escena que luego se muestra para el entendimiento. Es una realidad que me subyuga, que la pienso y me duele. La traslado a lo que estamos viviendo y pienso en cuántos huérfanos por la violencia, cuántas vidas truncadas, cuántas muertes inútiles (esto último me hace sufrir mucho, me recuerda a mi hermano José y su muerte: una muerte inútil y torpe… y sus secuelas en mi sobrino).

- El río y la Muerte
A todos nos gustó. Final feliz; mensaje moralizador. La verdad, qué maravilla y qué privilegio que el Huachi antiguo haya quedado plasmado en una película de Buñuel, y sobretodo en día de plaza, pero... como que no venía a cuento. Mmmm...

Claro, la relación me parece forzada pero se la agradezco a Buñuel. El film es moralizador, lejos de las pretensiones buñuelescas. Ignoro por qué el lugar y la referencia pero lo agradezco. La reconstrucción del centro la he hecho mentalmente porque tengo muchas fotografías (¿viste la exposición que montamos en 2008?, fue una experiencia estupenda, maravillosa?).

¿Y nada que ver pero sabías que María Greever vivió en Huauchinango?

Oiga, dice el DVD que Columba Domínguez era de Sonora.

Pos habría que preguntarle a los Herrera, que parece son sus parientes.

Agrego.

Mi segundo acercamiento con Depardieu fue El conde de Montecristo, en la Casa de Cultura de Puebla con Dantó y luego con 1492. Lo prefiero en esas cintas que en otras.

“Vitus” me pareció una cinta entretenida, divertida. La historia me jala por muchas cosas: las condiciones de vida, las posibilidades de desarrollo, la presión de los papás, la complicidad con el abuelo, la forma de plantear las situaciones. El actor en la segunda etapa me pareció sensacional. La música me gustó. Pero con todo me lleva a pensar en todos los Vitus que no tienen esa herencia cultural, ese ambiente… en fin, que la disfruté.

Ayer noche vi “El escapulario”. Podría parecer una cinta intrascendente, una postal más del cine mexicano de oro. Pero no, hay tomas en que la película rompe con la gramática. Incluso con la gramática de Figueroa, que siendo buena fotografía se redujo a planos en el primer nivel. Incluye una animación (dibujos) que es cursi pero extrañamente rompe con el lenguaje y el ritmo. Y tiene dos o tres tomas -un close up en el rostro de Elizalde y un recorrido por la cara de soldados- que me parecieron muy expresivas. La vi porque en una escena se nota un parecido –precisamente de Elizalde- con mi hermano muerto

Los inútiles me trasportó por varias películas y emociones. Pensé en Mamma, una película italiana contemporánea a la de Fellini que muestra a otro “inútil” pero desde una perspectiva distinta y una situación diferente. También pensé en Los olvidados, de Buñuel. Reconocí actores de otros filmes de él. La condición de la mujer (la chica que gana el concurso, está embarazada, se casa, tiene el bebé, visita al suegro…) guarda similitud, en su condición de trágica resignación por el trato que se le da, similitud por esos saltos que van de la credulidad a la incredulidad y a la fatalidad de un destino irrenunciable y de ahí a los atisbos de emancipación con el personaje de La strada. La música, si no me equivoco, es del mismo autor de El padrino. La parte del coqueteo en el cine es osada, arriesgada desde el juego varonil. El conjunto de escenas del carnaval me resultaron deprimentes; recordé la novela de Durrell El cuarteto de Alejandría.

Gracias, fue una experiencia muy interesante. La vi hasta ayer porque fue cuando dejé (aunque improvisado) mi espacio para cine en el estudio (que ahora es una mezcla de biblioteca, o de varias “teca” y de salón de cantos y juegos).

Obsequié a Víctor Florencio con un disco de música barroca y tres o cuatro piezas de Mozart dedicada a los castrati. Lo he disfrutado enormemente. También regalé a Manuel Alejandro las versiones de Karajan de la 5ta y la 9na de Beethoven. De cada una le gusta el primer movimiento y el cuarto, respectivamente. Busqué la de Karl Böhm, que es un poco más emotiva que la de Karajan, pero no la hallé en las disquerías que visito o consulto. Escuchar ambas sinfonías completas de nuevo (después de varios años), me hizo llorar en algunas partes.

Por cierto, Manuel Alejandro visitó una casa de Neruda e irá el viernes o sábado a los Andes.


Lake tahoe.

Vi la película con dos advertencias. La recomendación de un crítico como una de las mejores películas mexicanas de los últimos años. Y como una de las películas más aburridas que había visto, comentario éste de mi hijo que es un cinéfilo con un gusto refinado sobre cine.

La película presenta una historia que, en algunos momentos, me recordó el texto de Cortázar sobre la autopista. Como una realidad de la que no puedas sustraerte, como algo que puedes evitar y que sin embargo te amarra, como si todas las situaciones fuesen forjando lazos inevitables.

El recurso a las partes en negro, a veces con sonido, genera expectativas. Hay una de estas escenas en negro que tarda más que las otras, está casi al final. Ahí es mayor la espera y la necesidad de saber qué pasará.

En cuanto a los personajes, pareciera que cada uno está en su mundo y que cada mundo es distante de los otros.

La película me gustó, aunque hubo partes en que la ansiedad me recorrió y, en otras, una suerte de pesar. La sensación de abandono en los ancianos y la niña, de vacuidad y mentira en la jovencita. Ritmos de vida distintos, muy distintos, entre cada personaje que, no obstante, compartían una misma historia entretejida de manera burda como sin sentido.