viernes, 13 de julio de 2012

Lucas en el desierto


De cuando en cuando la naturaleza ofrece situaciones sorprendentes por su rareza. Una imagen esperada genera asombro cuando existe la disposición del sujeto que la percibe y solamente entonces. Lo cercano y familiar, lo que es próximo, parece ser lo normal, lo cotidiano y por ello casi casi pasa desapercibido -como la basura en las calles de mi ciudad o los tiraderos de basura en las barrancas que la rodean-. Estas y otras cavilaciones ocurrieron en las sinapsis de quienes contemplaron a Lucas una tarde cotidiana de un día normal en un desierto corriente. Cómo es posible, pareció que se preguntaron todos aquéllos quienes contemplaron a Lucas sacudir los granos de arena de sus pseudópodos o partes equivalentes. Pero no pensaron eso del desierto corriente porque en realidad ese desierto era tan común que no era corriente sino estático. Así es: los asombró que Lucas estuviera ahí. Tras hacer sentir que podrían haber hecho ese comentario de haber pronunciado palabra, uno podría seguir el foco de visión de esos silenciosos testigos para hallar a Lucas y su marcha. En silencio –conducta sonora que corresponde a un desierto- vieron la manera en que avanzaba por el largo cuello-cabeza-tronco-cuerpo de un cactus. Sí, Lucas había atravesado el desierto o había dado vueltas hasta llegar a un cactus y, tras sacudir lo que podrían haber sido sus sandalias en un lugar que no lo había bien recibido –sábese que el desierto es inhóspito para quien no pertenece a tal ecosistema-, hacía escala en un órgano -planta ícono de las cactáceas- adornado a lo largo de su cuerpo-tallo-cabeza-cuello por manojos de espinas que más bien parecían incrustaciones amenazantes. La escena era singular, fuera de lo cotidiano o de lo normal, es decir, tratábase de una imagen no familiar y lejana. Uno puede pensar en un águila caminando o en un guajolote volando, uno puede imaginar un pez volador o un ave nadadora. ¿Pero imaginar a un ser abundantemente viscoso y húmedo vagando por un lugar seco y árido en abundancia? Incluso el color de la concha contrasta de  tal modo con la superficie del cuello-cabeza-tronco-cuerpo del cactus que lo torna –al molusco- presa visiblemente fácil o fácilmente-visible-y-por-lo-tanto-fácil-presa o presa-fácil-visible...No, la presencia de Lucas en un entorno así atenta contra la tendencia mínima y necesaria a la pervivencia de cualquier especie. Sin embargo, ahí estaba Lucas. Sí, pese a todos los sin-embargos que pudiese imaginarse, Lucas estaba ahí y así: casi en la cúspide de un cactus en el desierto y, por si fuera poco, oteando el horizonte dunoso y reseco o las dunas resecas y arenosas del horizonte con sus cuernos-antenas húmedas y viscosas.




1 comentario:

  1. Lucas llegó a su meta, tal vez tardó mucho, pero lo logró. ¿Qué sigue ahora?

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